follandome a la asistenta
Cuando mi mujer contrató a esta asistenta rubia de ojos verdes sólo me vino una cosa a la cabeza: follármela. Me tocó inventarme una argucia para hacerla mía y a buen seguro que lo conseguí. Un par de llamadas le hicieron sentir temerosa y cayó rendida entre mis brazos. Pasó del susto al placer como si de una profesional del sexo se tratara, pues me hizo disfrutar como jamás lo había hecho antes.